Con la Educación Física se adquieren hábitos de práctica saludable, regular y continuada a lo largo de la vida, así como a sentirse bien con el propio cuerpo, constituyendo una valiosa ayuda en la mejora de la autoestima. Por otra parte, el carácter lúdico de la misma contribuye a establecer las bases de una adecuada educación para el ocio. Las relaciones interpersonales que se generan alrededor de la actividad física permiten también incidir en la asunción de valores como el respeto, la aceptación o la cooperación. De la misma manera, las posibilidades expresivas del cuerpo y de la actividad motriz potencian la creatividad y el uso de lenguajes corporales para transmitir sentimientos y emociones que humanizan el contacto personal.
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